Cada vez descubro más y más evidencias de que muchísimas de las mejores indudables de la nueva traducción están basadas en mi traducción, cuyo primer volumen se publicó en 2012 y en mi blog de errores (2000), con cientos de entradas de los miles de errores de la anterior traducción. No lo digo bajo ningún envanecimiento intelectual o espiritual. A mi edad, eso sobra.
No tengo tiempo de hacer un listado, que sería muy amplio, pero si quiero expresar mi complacencia por este hecho. El blog estaba particularmente destinado a los revisores --cuyas cualificaciones no se dieron jamás se dieron a conocer-- y a los lectores y ha cumplido su misión.
Las decenas de traducciones bíblicas se basan en otras anteriores, pero lo que me incita a escribir esto no es que tengan que reconocer nada a mi trabajo de décadas, sino el silencio y la vanagloria que rodea a la nueva traducción. Nada nuevo.
Mis opiniones críticas llevaron a hacer la segunda traducción y está última. Y también me alegro por los lectores.
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