domingo, 24 de julio de 2016

DESDE LA FORMACIÓN DEL UNIVERSO HASTA LA APARICIÓN DE LAS RAZAS HUMANAS: CREACIONISMO EVOLUTIVO REVELADO (SEGÚN EL LIBRO DE URANTIA)











INTRODUCCIÓN
            Al comenzar a escribir esta introducción a los nueve escritos iniciales de la parte III de The Urantia Book (1955)[1], la primera idea que tuve fue dejar que el lector fuese descubriendo su contenido por sí mismo, pero poco a poco, nada más  terminar la traducción[2], empezaron a acudir a mi mente algunas formas de intentar ayudar los lectores a comprender mejor su lectura.
            Por situar estos nueve escritos en su justo contexto, es necesario aclarar que forman una unidad temática completa, aunque interdependiente, dentro de los sesenta y tres que conforman la Parte III de The Urantia Book, titulada La historia de Urantia. En su totalidad, el libro consta de cuatro partes, que suman 196 escritos, todos firmados por seres celestiales. Estos que se adjuntan están narrados por los portadores de vida, que son los que inician la vida en los mundos del espacio. Se nos dice lo siguiente respecto a estos seres:
La vida no aparece de forma espontánea en los universos; los portadores de vida han de iniciarla en planetas estériles. Ellos son los portadores, diseminadores y custodios de la vida tal como aparece en los mundos evolutivos del espacio. Toda vida conocida en Urantia cualquiera que sea su orden o forma  hace su aparición con estos hijos, aunque no todas las formas de vida planetaria existen en Urantia. (399.3; 36:3.1)
Y a tenor de las afirmaciones científicas que se realizan, es importante tener también presente, la fecha de la publicación de los escritos de Urantia. Efectivamente, como ya he indicado, el libro se publicó 1955, pero parece que sus reveladores lo dieron por terminado y certificado en 1935, tras la aparición de la Parte IV, La vida y enseñanzas de Jesús. Un año antes, en 1934, se completaron las tres primeras partes. A raíz del largo proceso de revisión del texto, que había sido escrito a máquina, la confección de las planchas tipográficas no se realizaría hasta 1942, y no sería hasta 1955, tras otra prolongada revisión de las galeradas, cuando se publicaría el libro, no sin algunos errores, algo normal en un texto de 2097 páginas[3], se daba fin a una revelación que había comenzado más de cuatro décadas antes. 
Por otro lado, como el título sugiere y adelanta, estos nueve escritos que aquí se incluyen tratan de la formación de nuestro sistema solar, que sus  autores llaman Monmatia, y de la evolución “planificada” de plantas y animales hasta llegar a las primeras razas humanas.  El acercamiento a la ciencia de The Urantia Book no debe sorprendernos porque en él se conjugan ciencia, teología/religión y filosofía en un todo armónico y admirable, aunque se nos advierte algo al respecto: 
Ni la ciencia, ni la filosofía, ni la teología pueden corroborar la persona de Dios. Solo la experiencia personal de los hijos de la fe del Padre celestial puede llevar a efecto la auténtica cognición espiritual del ser personal de Dios. (31.5; 1:7.5)[4].
Y se nos informa de algo trascendental para el fundamento revelado y científico de este libro:
Dios es para la ciencia una causa, para la filosofía una idea, para la religión una persona, además de un amoroso Padre celestial. Dios es para el científico una fuerza primordial, para el filósofo una hipótesis de unidad, para el religioso una experiencia espiritual viva. (30.1;  1:6.2)
La idea de Dios como primera causa para la ciencia se repite más adelante:
En la ciencia, Dios es la primera causa; en la religión, el amoroso Padre universal; en la filosofía, el único ser que existe por sí mismo, que no depende de ningún otro ser para existir sino que graciosamente otorga existencia real a todas las cosas y a todos los otros seres. Pero se necesita la revelación para demostrar que la primera causa de la ciencia y la unidad existente por sí misma de la filosofía son el Dios de la religión, pleno de misericordia y bondad y comprometido a llevar a cabo la supervivencia eterna de sus hijos de la tierra. (59.3; 4:4.7)
Dios es la primera causa de la ciencia, pero es necesaria la revelación para demostrar este hecho.
Día a día los científicos investigan y hacen nuevos hallazgos, pero son incapaces de encontrar muchos de los supuestos “eslabones perdidos”[5] existentes desde el comienzo de la vida en los mares ancestrales hasta la aparición del hombre, sencillamente porque no son tales, como veremos. No son sino decisiones evolutivas de Dios, aunque a través de seres subordinados a él. La formación de nuestro sistema solar crea igualmente muchas incógnitas. Los mundos no se crean por decreto de la Deidad, por el “hágase” y el mágico clic de los dedos, sino por “actos creativos” que conllevan el empleo de métodos evolutivos aplicables al tiempo y al espacio, donde el Padre no obra de forma directa: 
[…] todos los cuerpos espaciales han tenido un origen evolutivo, evolutivo en el sentido de que no han llegado a existir por decreto de la Deidad, evolutivo en el sentido de que los actos creativos de Dios se han desarrollado de forma espacio temporal a través de la actuación de muchas de las inteligencias creadas y acontecidas por la Deidad. (172.9; 15:6.7)
            Por lo tanto, en el desarrollo evolutivo geológico y biológico que vamos a presenciar, y que se prolonga por muchos millones de años, se manifiesta una evolución creativa revelada. Si bien, se nos informa de los límites de la revelación:
La humanidad debería comprender que nosotros, que  participamos en la revelación de la verdad, esta-mos estrictamente restringidos por las instrucciones de nuestros superiores. No tenemos libertad para adelantar los descubrimientos científicos que se producirán en mil años. Los reveladores deben actuar conforme a las directrices que forman parte del mandato de la revelación […].   (1109.3; 101:4.2)
Los portadores de vida no pueden adelantar hallazgos no ganados por la humanidad, pero esto no quiere decir que no ofrezcan a los científicos algunos novedosos campos de investigación:
Cuando los científicos de Urantia conozcan mejor estas sustancias químicas curativas, se volverán más eficaces en el tratamiento de las lesiones e, indirectamente, sabrán mejor cómo controlar determinadas  enfermedades graves. (735.4; 65:4.5)
También se añade algo a tener en cuenta:
[…] No vemos manera alguna de superar esta dificultad ni ahora ni en ningún momento futuro. Sabemos muy bien que, mientras los hechos históricos y las verdades religiosas de esta serie de exposiciones reveladoras permanecerán en los archivos de las eras venideras, en unos pocos años, muchas de nuestras afirmaciones sobre las ciencias físicas precisarán revisión como resultado de nuevos desarrollos científicos y descubrimientos […]. (735.4; 65:4.5)
Muchas —no todas— de las afirmaciones científicas que realizan necesitarán de revisión. Y efectivamente vemos que la ciencia actual ha avanzado, por ejemplo, en la clasificación más extensa del tiempo geológico en eones, eras, períodos y épocas respecto a aquel momento. Así pues, los reveladores mencionan a los estudiosos de la época (1934) para tal clasificación:
  (672.2) 59:0.2 1. La era previa a la vida engloba los primeros cuatrocientos cincuenta millones de años, desde alrededor del momento en el que el planeta alcanzó su tamaño actual hasta el momento de la implantación de la vida. Vuestros estudiosos lo llaman periodo Arqueozoico.
Y aluden a este periodo, el Arqueozoico, al igual que, más adelante, al Proterozoico, al Paleozoico, al Mesozoico y al Cenozoico, pero no mencionan la pertenencia de los dos primeros, según la clasificación actual al eón Precámbrico (con la ausencia del Hádico) ni de los tres últimos al eón Fanerozoico. Tampoco parece haber coincidencia en cuanto a la duración de los distintos períodos. Pero aquí, mientras que la ciencia moderna no parece ponerse de acuerdo al respecto, los portadores sí son bastantes precisos, lo que da a entender la veracidad de los datos que van a aportar: 
(651.1) 57:0.1 Al presentar estos extractos de la documentación existente en Jerusem respecto a los antecedentes e historia temprana de Urantia para los propios archivos de este planeta, se nos dan instrucciones para que calculemos el tiempo según su uso ordinario —el actual calendario bisiesto producto de los  3651/4 días que tiene el año—. Por lo general, intentaremos no dar años exactos, aunque haya constancia de ellos. Redondearemos los números enteros más próximos porque consideramos que es el mejor método de exponer estos hechos históricos.
Al adentrarnos en los escritos que incluyo pudiera parecernos que esos límites impuestos a la revelación, arriba delineados, se han extralimitados, pero en unos escritos más adelante se nos dice:
(1109.6) 101:4.5 [...] Aunque las afirmaciones respecto a la cosmología nunca son inspiradas, tales revelaciones son de inmenso valor puesto que, transitoriamente al menos, clarifican el conocimiento por medio de:
(1109.7) 101:4.6 1. La reducción de la confusión al eliminar el error de forma fehaciente.
(1109.8) 101:4.7 2. La coordinación de hechos y observaciones conocidos o a punto de ser conocidos.
(1110.1) 101:4.8 3. La restauración de fragmentos importantes de conocimiento perdido referentes a acontecimientos trascendentales del pasado distante.
(1110.2) 101:4.9 4. El suministro de información que llena espacios vacíos vitales en el conocimiento, de otra manera ganado.
 (1110.3) 101:4.10 5. La exposición de datos cósmicos de tal forma que iluminan las enseñanzas espirituales contenidas en la revelación a la que se adjuntan[6].
Un buen ejemplo de este suministro de información para llenar espacios vacíos o lagunas vitales en el conocimiento son los que los autores de estos escritos, residentes en nuestro planeta desde tiempos inmemoriales, definen como “derrepentes” y que no son más que “actos creativos deliberados”, que guían el proceso evolutivo.
             Pero veamos, antes de continuar, los títulos de los mencionados nueves escritos, y que abarcan desde el origen de Urantia, nuestro planeta tierra, hasta la acción directiva sobre la evolución, que es un resumen de estos actos creativos intencionados desde antes de la creación de la vida. Estos son:  
ESCRITO 57: EL ORIGEN DE URANTIA
ESCRITO 58: LA IMPLANTACIÓN DE LA VIDA EN URANTIA
ESCRITO 59: LA ERA DE LA VIDA MARINA EN URANTIA
ESCRITO 60: URANTIA DURANTE LA ERA DE LA VIDA TERRESTRE PRIMITIVA
ESCRITO 61: LA ERA DE LOS MAMÍFEROS EN URANTIA
ESCRITO 62: LAS RAZAS PRECURSORAS DEL HOMBRE PRIMITIVO
ESCRITO 63. LA PRIMERA FAMILIA HUMANA
ESCRITO 64: LAS RAZAS EVOLUTIVAS DE COLOR

ESCRITO 65: ACCIÓN DIRECTIVA SOBRE LA EVOLUCIÓN

EVOLUCIÓN CREATIVA REVELADA: LOS “DERREPENTES”

Como ya he sugerido, y se puede deducir, la teoría evolutiva característica de The Urantia Book es diferente en distintos sentidos a las que hasta ahora han enarbolado distintos grupos religiosos y no religiosos.  Dicha teoría no es exclusivamente creacionista ni evolucionista ni creacionista evolutiva. En el creacionismo “Dios crea a cada especie con sus propias características, es decir que no hay evoluciones ni mutaciones ya que cada especie es creada a su manera”[7]. Charles Linneo (1707-1778), uno de sus exponentes, pensaba que ya que “Dios ha creado el mundo, es posible, comprender la sabiduría de Dios estudiando su creación”[8]. Los escritos desdicen este idea:
El Padre Universal no es sinónimo de naturaleza ni es la ley natural personalizada. Dios es una realidad trascendente, no meramente el concepto tradicional que el hombre tiene de los valores supremos. (23.5; 1:2.2)
Más adelante leemos:
Tal como aparece en un mundo como Urantia, la naturaleza no puede ser nunca la expresión adecuada ni la representación verdadera ni el fiel retrato de un Dios pleno en sabiduría e infinito”. (56.5; 4:2.1)
Sin embargo esta postura plantea cierto problema porque siendo Dios inmutable e invariable, cómo es posible que cree leyes evolutivas.  Pero se nos dice lo siguiente:
La naturaleza es, en un sentido limitado, la vestimenta física de Dios. La conducta o acción de Dios se condiciona y se modifica, de manera provisional, a partir de los planes experimentales y los modelos evolutivos de un universo local, de una constelación, de un sistema o de un planeta. Dios actúa de acuerdo con una ley bien definida, invariable e inmutable por todo el inmenso y creciente universo matriz, pero modifica sus pautas de acción a fin de contribuir a la dirección equiparada y equilibrada de cada universo, constelación, sistema, planeta y ser personal de acuerdo con los objetivos, propósitos y planes locales de los finitos designios del despliegue evolutivo. (56.5; 4:2.1)
Las leyes de Dios son invariables pero las pautas de acción se modifican “dee acuerdo con los objetivos, propósitos y planes locales de los finitos designios del despliegue evolutivo”.  Poniendo un nuevo ejemplo, en Urantia, los modelos de vida son del mismo tipo, aunque ampliado y mejorado, que el del universo de Nebadón, y relativo al del sistema local de Satania en el que se inscribe nuestro planeta: 
Transcurrido poco tiempo, los servicios de transmisión de Nebadón difundían el anuncio de que Urantia sería el escenario en el que los portadores de vida llevarían a cabo, en Satania, su sexagésimo experimento, diseñado para ampliar y mejorar los modelos de vida de Nebadón relativos al tipo de Satania. (661.3; 57:8.9)
Parece pues que, por un lado, la teoría urantiana de la evolución tiene algo de creacionismo, porque sigue los designios de Dios, pero, al mismo tiempo, podemos decir que es evolutiva, no por ello semejante a ella. Los proponentes de esta teoría evolucionista, y a raíz de la expansión del creacionismo especialmente en Estados Unidos, tienen razón en que:
Esta difusión de ideas creacionistas no se sustenta, sin embargo, en una base científica, puesto que la propia Royal Society de Londres afirmó en 2006 que el evolucionismo estaba sumamente respaldado, negando la posibilidad de que el creacionismo pudiera tener cabida como teoría científica.[9]
El autor de este artículo también cita la opinión de Gould, un destacado biólogo evolutivo:   
Este argumento también es respaldado por Stephen Jay Gould, que explica que “el creacionismo afirma que el evolucionismo no puede basarse en pruebas científicas”, un razonamiento falso a tenor de las pruebas aportadas por los defensores de la teoría de la evolución.[10]
Sin embargo el evolucionismo, basado en Darwin, también se separa de la teoría urantiana porque, al rechazar el creacionismo, rechaza igualmente todo “diseño inteligente”,
Esta idea es el “último refugio” de las corrientes creacionistas de raíz judeocristiana, en palabras del conocido investigador Juli Peretó, del Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia. Este bioquímico argumenta que parte del “éxito” de las teorías del diseño inteligente se basan en la incultura científica de la sociedad. [11]
que se ve “como incultura científica de la sociedad”. 
            La teoría urantiana parece estar más próxima al creacionismo evolutivo, que sí apoya la idea de un plan divino y no rechazan la evolución:
El creacionismo evolutivo es una forma de “creacionismo pro-evolución” que cree en la existencia de un creador y un propósito, y al igual que la evolución teísta, postula una creación en la que Dios crea a través del proceso de evolución; pero difiriendo en la teología de ambas, aunque no en la aceptación de las teorías científicas que apoyan, al no rechazarlas[12].
Esta filosofía de la creación:
postula que Dios no dirige en el vacío, pero aquella naturaleza donde existe no tiene una existencia independiente de su voluntad. Permite las interpretaciones consistente con un Génesis sobrenatural más literal, y el objetivo de la ciencia; adecuándola de acuerdo a lo descrito en las teorías científicas, sin llegar a rechazar estas teorías. Permitiendo así la creencia, por ejemplo, de que los eventos de creación ocurrieron, pero no en un rango de tiempo y de orden tal como nosotros lo conocemos según las creencias religiosas; o que Adán no fue el primer humano biológico, pero sí el primer ser espiritualmente consciente[13].
Pero esta idea se queda muy corta cuando leemos los escritos de Urantia. Dios es efectivamente la primera causa en la ciencia, algo que propugnan el creacionismo y el creacionismo evolutivo, pero la teoría urantiana va más allá, como hemos observado. La revelación es necesaria “para demostrar que la primera causa de la ciencia y la unidad existente por sí misma de la filosofía son el Dios de la religión (59.3; 4:4.7)”.  El creacionismo, un Dios sin ciencia, el evolucionismo, una ciencia sin Dios, y el creacionismo evolutivo, una ciencia sin revelación, abundan en incoherencias, en conservadurismo religioso, en ambigüedades y en eslabones perdidos, que solo la revelación es capaz de aclarar y resolver. De ahí el título que califica a esta teoría urantiana como “creacionismo evolutivo revelado”.
En los escritos se habla de estos “eslabones perdidos”, propios de la filosofía evolutiva darwiniana:
(669.3) 58:6.2 Aunque se pueda rastrear la evolución de la vida vegetal a la vida animal, y aun cuando se haya encontrado una serie escalonada de plantas y animales que conducen progresivamente desde los organismos más simples a los más complejos y avanzados, no es posible encontrar vínculos de conexión entre las grandes divisiones del reino animal ni entre los tipos más superiores de animales prehumanos y los hombres de los albores de la raza humana. Estos “eslabones perdidos”, como se les llama, permanecerán perdidos para siempre, por la sencilla razón de que nunca existieron.
Nunca existieron estos eslabones perdidos porque son actos creativos, “métodos creativos”[14] insertos en el tiempo y el espacio, mutaciones evolutivas planeadas o “inteligentes”, que la ciencia no reconoce. De acuerdo con The Urantia Book, “la evolución es deliberada, nunca accidental”[15], como creen los seguidores de la filosofía evolutiva. Esto se nos dice:
Las primeras etapas de la evolución de la vida no se explican del todo partiendo de la visión que tenéis actualmente de ellas. El hombre mortal no es un accidente evolutivo. Existe un sistema preciso, una ley universal, que determina el despliegue del plan de vida planetario en las esferas del espacio. (560.5; 49:1.6)
Y se continúa reiterando la idea de que no es accidental, abundando en la noción de que la evolución es un  “proceso metódico y controlado” y complejo a la vez, como podemos deducir de las siguientes palabras:
La evolución planetaria se rige por un proceso metódico y controlado. El desarrollo de organismos superiores a partir de grupos inferiores de vida no es accidental. A veces, el proceso evolutivo sufre retrasos temporales debido a la destrucción de estirpes propicias de plasma vital que algunas especies seleccionadas portan. Con frecuencia se necesitan muchas eras para recuperar y corregir el daño ocasionado por la pérdida de una sola estirpe superior de la herencia humana. (560.6; 49:1.7)
Sin la revelación, sin la mano divina que obra a través de muchos de sus subordinados, este plan deliberado no se puede percibir. Es por ello por lo que en los escritos que aquí se incluyen, estas mutaciones se revelan como “derrepentes”. Los reveladores, como mencionaba antes, cuentan con cierta autorización específica para suministrar información que pueda llenar “espacios vacíos vitales en el conocimiento, de otra manera ganado”(1110.2; 101:4.9). A través de la revelación se nos facilita llenar esos espacios vacíos que la ciencia no logra descubrir. Los términos “repentino/a” o “de repente” se repiten con mucha frecuencia en estos escritos con ese sentido.  Veamos [la cursiva es del texto original inglés]:
De era en era, surgen especies de vida animal radicalmente nuevas. No evolucionan como resultado de la acumulación gradual de pequeñas variaciones; aparecen como órdenes de vida nuevos y plenos, y lo hacen de repente. (669.4; 58:6.3)
La aparición repentina de especies nuevas y de órdenes diferenciados de organismos vivos es enteramente biológica, rigurosamente natural. No hay nada sobrenatural en estas mutaciones genéticas. (669.5; 58:6.4
En este ejemplo observamos como los primeros animales multicelulares aparecen evolutivamente de repente:
De repente, y sin línea ascendente de cambios graduales, hacen su aparición los primeros animales multicelulares. Los trilobites han evolucionado y durante millones de años dominan los mares. Desde la perspectiva  de la vida marina, esta es la era de los trilobites. (673.4; 59:1.4)
Tras los trilobites, aparecen “de repente” los moluscos mayores:
Los trilobites experimentaron un rápido descenso, y los moluscos mayores, o cefalópodos, se colocaron en el centro de la escena. Estos animales llegaron a alcanzar unas dimensiones de más de cuatro metros y medio de largo por treinta centímetros de diámetro, y se hicieron los dueños de los mares. Esta especie apareció de repente y se hizo con la supremacía de la vida marina. (677.2; 59:3.5)
Tras ellos, son los escorpiones los que aparecen “de repente”: “Poco después, y de repente, los auténticos escorpiones —los verdaderos respiradores de aire— hacen su aparición” (677.8; 59:3.11). El relato de la evolución es muy prolongado y no es posible, en esta corta introducción, hacer referencia a todos estos actos creativos evolutivos, a estos “derrepentes”, pero si damos un salto en el tiempo, podemos observar el paso evolutivo planificado al ser humano, a partir de los mamíferos placentarios:
En los inicios de este período apareció de repente, en América del Norte, el tipo de mamífero placentario, constituyéndose en el desarrollo evolutivo más importante hasta este momento. Previamente, había habido órdenes de mamíferos no placentarios, pero esta nueva clase de mamíferos surgió directa y de repente de un ancestro reptil ya existente, cuyos descendientes habían persistido a través de los tiempos del declive de los dinosaurios. El padre de los mamíferos placentarios fue un tipo de dinosaurio pequeño, bastante activo, carnívoro y saltador.  (693.5; 61:1.2)
Dando un nuevo salto en el tiempo, vemos las distintas etapas del desarrollo del hombre a través de los lémures. Es un párrafo largo, pero merece la pena citarlo:
El gran acontecimiento de este período glacial fue la evolución del hombre primitivo. Ligeramente hacia el oeste de la India, sobre suelo terrestre, ahora bajo el agua, y entre los vástagos de los emigrantes asiáticos de los tipos norteamericanos de lémures, aparecieron de repente los mamíferos primigenios. Estos pequeños animales caminaban mayormente sobre sus patas traseras, y poseían un cerebro de grandes proporciones en relación a su tamaño y en comparación con el cerebro de otros animales. En la septuagésima generación de este orden de vida, un nuevo grupo de animales superiores se diferenció de repente de los demás. Estos mamíferos intermedios, nuevos, —casi doblaban el tamaño de sus ancestros y tenían una capacidad cerebral que había aumentado de forma proporcional— acababan apenas de consolidarse cuando de repente aparecieron los primates, la tercera mutación vital. (Al mismo tiempo, un desarrollo retrógrado en el linaje de los mamíferos intermedios dio origen a los ascendentes simios; y desde ese día hasta hoy, la rama humana ha avanzado mediante evolución progresiva, mientras que las tribus simias se han estacionado o incluso han retrocedido.) (700.2; 61:6.1)
El plan deliberado no es solo para la creación de vida inteligente en nuestro planeta, sino para la formación de todo nuestro sistema solar, a la que se alude en el primer escrito:
Hace 875.000.000.000 de años se dio inicio, como estaba previsto, a la enorme nebulosa de Andrónover número 876.926. Solo se precisaba la presencia del organizador de la fuerza y sus asistentes de enlace para dar comienzo al remolino de energía que acabó por convertirse en este inmenso ciclón del espacio. Una vez iniciadas dichas rotaciones nebulares, los organizadores vivos de la fuerza se retiran simplemente en ángulos rectos respecto al plano del disco de rotación y, desde ese momento en adelante, son las cualidades intrínsecas de la energía las que garantizan la evolución progresiva y ordenada de este nuevo sistema físico. (652.2: 57:1.6)
La nebulosa Andrónover, ascendente de nuestro sol, tiene un origen intencional, deliberado. Un organizador de fuerza junto a sus asistentes da comienzo al remolino de energía que se convertiría en tal ciclón del espacio.  Nada sucede por azar.
Hay mucho más que el lector debe descubrir por sí mismo a medida que lee estos escritos como la vida de los primeros seres humanos, de Andón y Fonta —nuestros primeros padres—, las extensas emigraciones de sus descendientes o el nacimiento de las razas de color.  
Preguntarse por las causas de dicha decisión divina, de la creación y evolución de los mundos del tiempo y el espacio, nos llevaría a otro estudio, diferente en cierta manera, pero podemos dar una pincelada:
Dios, en su grandeza, hace contacto directo con la mente del hombre mortal y le da una parte de su infinito, eterno e incomprensible ser para que viva y more dentro de él. Dios se ha embarcado con el hombre en la aventura eterna. Si os rendís a las fuerzas espirituales que están en vosotros y a vuestro alrededor, alcanzaréis, sin temor al fracaso, el elevado destino, establecido por un Dios amoroso, como meta universal para las criaturas que ascienden desde los mundos evolutivos del espacio. (64.3; 5:1.12)
Hay otros elementos en los que me gustaría hacer hincapié como son las transformaciones al traducir de las medidas del sistema americano al decimal, lo que desafortunadamente crea ciertas inexactitudes. En este caso, y si se presenta la duda, siempre es mejor ver la cifra original. Igual pasa con la traducción al español;  en caso de duda, siempre es aconsejable mirar el inglés.
Además, he decidido incluir algunas referencias bíblicas y, por claridad, algunas notas a pie de página con definiciones y ciertas citas cruzadas con otras partes del libro. Hay, igualmente, un apéndice con un escueto diccionario en el que se definen algunos de los términos geológicos y biológicos que recorren el texto.
Espero que los lectores disfruten de esta apasionante e interesante lectura.


[1] Traducido como El libro de Urantia o Los escritos de Urantia.
[2] Ya está publicada mi traducción de las partes primera y segunda, escritas en 2012 y 2014 respectivamente, ambas con citas bíblicas y anotaciones explicativas: Los escritos de Urantia (I): El universo central y los universos globales y Los escritos de Urantia (II): El universo local (Amazon y Kindle). Esta iniciativa vino a raíz de darme cuenta de que las dos traducciones al español realizadas por la Fundación Urantia (1993 y 2009) contienen tantos errores que alteraban sobremanera el texto original en inglés.   
[3] Larry Mullins, 2000, A History of the Urantia Papers, http: //www.urantiapapers history.com/. Traducido al español, como Historia de los Escritos de Urantia, por Ángel F. Sánchez Escobar, 2010.
[4] La numeración indica página 31, párrafo 5, y escrito 1, apartado 7, párrafo 5. 
[5] Ver, por ejemplo, “Eslabón perdido”, https://es.wikipedia.org/wiki/ Eslab%C3%B3n _perdido, o “El eslabón perdido de la evolución humana”, http://www.portalciencia.net/antroart4.html.
[6] Se han hecho diferentes estudios para confirmar las afirmaciones  científicas de los escritos. Entre otros, Verifying History and Science in the Urantia Book (http://www.ubthenews.com/); Science Content of The Urantia Book (http://truthbook.com/urantia/science-studies/science-content-of-the-urantia-book); Science, Anthropology and Archaeology in The Urantia Book (http://www.urantiabook.org/archive/readers/glasziou-anthropology-archaeology-1.htm); o Confirmando El libro de Urantia  a través de la ciencia (http://confirmandoellibrodeurantia. blogspot.com).
[7] Ver: https://prezi.com/yswyua8zujq1/creacionismo-evolutivo/. 
[8]Ibídem. 
[9] Ver: http://hipertextual.com/2014/02/debate-evolucionismo-creacionismo.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12]Ver: http://coast.pink/creacionismo-evolutivo_10102333.html.
[13] Ibídem.
[14] Ver: 223.5; 20:0.5.
[15] Ver: 401.5; 36:5.1.

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