190:5.5 (2035.2) A estas
alturas, habían llegado cerca de la aldea donde vivían los dos hermanos. Los
dos hombres no habían hablado palabra alguna desde que Jesús empezó a
enseñarles mientras caminaban por el camino. Pronto llegaron frente a su
humilde morada, y Jesús estaba a punto de despedirse de ellos, para proseguir
su camino, pero lo instaron a que entrara y morara con ellos. Insistieron que
era casi de noche y que se quedara con ellos. Finalmente Jesús consistió, y muy
poco después entraron en la casa, y se sentaron a comer. Le dieron el pan para
que lo bendijera, y al empezar él A ROMPERLO para compartirlo con ellos, se les
abrieron los ojos y Cleofas reconoció que su huésped era el Maestro mismo. Y
cuando dijo, “es el Maestro—”, el
Jesús morontial desapareció de su vista.
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