viernes, 30 de enero de 2015

ESCRITO 122: ALGUNOS DE SUS MUCHOS ERRORES... ¿SE PUEDE CONFIAR EN ESTA TRADUCCIÓN?





La traducción  latina es tan defectuosa que es difícil hacer un estudio exhaustivo de sus errores, por ello me limitó a señalar algunos de los cometidos, según mi criterio, en este escrito 122 a medida que he ido leyendo. Y lamentablemente creo que toda la Parte IV de esta traducción está en este penoso estado. Es difícil confiar en ella para hacer un estudio serio.

(1344.2) 122:0.2 Después de estudiar un informe especial sobre el estado de los mundos segregados, preparado por los Melquisedek, con el asesoramiento de Gabriel, Micael finalmente seleccionó a Urantia como el planeta en donde ejecutaría su último autootorgamiento. Posteriormente a esta decision Gabriel visitó personalmente a Urantia y como resultado de su estudio de los grupos humanos y de realizar una encuesta [¿a quién le hizo esta encuesta? Se trata de un estudio, un examen ...] sobre las características espirituales, intelectuales, raciales y geográficas del mundo y de sus gentes, decidió que los hebreos reunían aquellas relativas ventajas que justificaban la selección de esta raza como la raza del autootorgamiento. Cuando Micael aprobó esta decisión, Gabriel nombró y envió a Urantia la Comisión de Familia de los Doce —seleccionada entre las órdenes más altas de las personalidades del universo— con el encargo específico de investigar la vida familiar judía. Al finalizar esta comisión su tarea, Gabriel se encontraba en Urantia y recibió el informe nominando a tres posibles parejas, que en la opinión de la comisión, eran igualmente favorables como familias del autootorgamiento para la proyectada encarnación de Micael.[ no dice encarnación sino donación o ministerio de gracia]

(1344.4) 122:1.1 José, el padre humano de Jesús (Josué ben José) era un hebreo entre los hebreos, aunque llevara muchos rasgos raciales no judíos que habían sido agregados a su árbol genealógico de vez en cuando por las líneas femeninas de sus progenitores. Las raíces del padre de Jesús se remontaban a los días de Abraham, y por intermedio de ese venerable patriarca, a [Falta: linajes más antiguos] los sumerios y noditas y, a través de las tribus sureñas del antiguo hombre azul, hasta Andón y Fonta. David y Salomón no se encontraban en la línea directa de descendencia de José, ni tampoco se remontaba el origen de José directamente a Adán. Los antepasados inmediatos de José eran obreros: constructores, carpinteros, albañiles y herreros. José mismo era carpintero, y posteriormente contratista. Su familia pertenecía a una larga e ilustre nobleza de la gente común, apareciendo de cuando en cuando personalidades destacadas, cuya actuación se había distinguido durante la evolución de la religión en Urantia.

(1345.1) 122:1.2 María, la madre terrenal de Jesús, descendía de una larga línea de inimitables antepasados que comprendía muchas de las mujeres más notables de la historia racial de Urantia. Aunque María era una mujer promedio de su tiempo y generación, con un temperamento relativamente normal, contaba entre sus antepasados a mujeres muy bien conocidas tales como Annón, Támar, Ruth, Betsabé, Ansie, Cloa, Eva, Enta y Ratta. No había en aquel tiempo otra mujer judía con una genealogía más ilustre de progenitores comunes y corrientes, [no está en el original inglés] o una que se remontara a los más auspiciosos comienzos. Tanto los antepasados de María como los de José habían sido de temperamento fuerte [no está en el original inglés] pero común dando de vez en cuando numerosas personalidades destacadas en la marcha de la civilización y la evolución progresiva de la religión. Desde un punto de vista racial, no es plenamente apropiado considerar a María como judía. Era judía por cultura y creencias, pero en dote hereditaria era más bien una combinación de razas, a saber: siria, hitita, fenicia, griega y egipcia, o sea que su herencia racial era más heterogénea que la de José.

(1345.3) 122:2.1 En verdad el trabajo de Jesús en Urantia fue comenzado por Juan Bautista [el Bautista]. Zacarías, el padre de Juan, era un sacerdote judío, y su madre Elizabeth [Elisabet en Reina Valera] pertenecía a la rama más próspera del mismo amplio grupo familiar de María, la madre de Jesús. Zacarías y Elizabeth, aunque casados por muchos años, no tenían hijos.

(1347.3) 122:4.1 José no llegaba a aceptar la idea de que María daría a luz un hijo extraordinario, hasta él cierta noche [no dice nada de noche] experimentó un sueño muy impresionante. En el sueño se le apareció un resplandeciente mensajero celestial que le dijo entre otras cosas: «José, por mandato de Aquel que reina en las alturas [ahora, falta], aparezco ante ti para hablarte del hijo que aguarda María, y quien llegará a ser una gran luz en el mundo. En él habrá vida y su vida será la luz de la humanidad. Primero vendrá a tu [a "su propio" ] pueblo, pero ellos casi no lo recibirán; pero a todos cuantos sepan recibirlo, a todos ellos revelará que son hijos de Dios». Después de esta experiencia José no volvió a dudar jamás del relato de María sobre la visitación de Gabriel ni de que su futuro hijo estaba destinado a ser un mensajero de Dios [dice "divino"] para el mundo.

(1345.7) 122:2.5 Elizabeth no reveló este secreto a su marido inmediatamente, sino tan sólo cinco meses más tarde. Cuando le contó la historia de la visita de Gabriel, Zacarías la consideró con escepticismo, dudando de toda la experiencia por varias semanas; solamente comenzó a medio creer, aunque sin demasiado entusiasmo, en la visita de Gabriel a su esposa cuando ya no pudo dudar de que ella estaba encinta. Zacarías estaba grandemente perplejo [extraña construcción] y confundido [no está en el original inglés] por el embarazo de Elizabeth, [el original habla de la maternidad] aunque, a pesar de su propia edad avanzada, no dudaba de la virtud de su esposa. Unas seis semanas antes del nacimiento de Juan, Zacarías tuvo un sueño muy notable [extraña construcción] y entonces pudo convencerse de que Elizabeth daría a luz ["iba a ser la madre de"un hijo de destino, el que prepararía el camino para la llegada del Mesías.

(1345.6) 122:2.4 Esta visión muy [extraña construcción] aterrorizó a Elisabet. Después de la partida de Gabriel, le dio vueltas y más vueltas a esta experiencia en su cabeza, reflexionando detenidamente sobre las palabras de este majestuoso visitante. Pero no mencionó nada ["esta revelación"] a nadie, sino a su marido, hasta principios de febrero del año siguiente, fecha en que visitó a María. [es María quien la visitaría a ella]

(1349.1) 122:5.5 Las familias de José y de María eran muy instruidas para su tiempo. José y María poseían instrucción muy por encima del promedio para su tiempo y posición social. Él era un pensador; ella sabía planear, era experta en adaptarse y práctica en la ejecución inmediata. José era trigueño de ojos negros; María, RUBIA OSCURA [No dice “rubia oscura”, sino prácticamente rubia] de ojos pardos.

(1349.2) 122:5.6 Si José hubiera vivido, sin lugar a dudas hubiera llegado a ser un firme creyente en la misión divina de su hijo mayor. María alternaba entre LA FE [creencia] y la duda, INFLUÍDA grandemente por las OPINIONES EXPRESADAS [posturas adoptadas por ]  de sus otros hijos, de sus amigos y parientes, pero en último término SU FE [ no dice fe] se veía constantemente fortalecida por el recuerdo de la aparición de Gabriel inmediatamente después de la concepción de su hijo.

(1349.3) 122:5.7 María era una tejedora experta y en casi todas las artes hogareñas, más hábil que el promedio de su época; era una excelente ama de casa. Tanto José como María eran buenos maestros, y se aseguraron de que sus hijos e hijas fueran bien INSTRUÍDOS [acento] en LAS ENSEÑANZAS [los conocimientos] de esos tiempos.

(1349.4) 122:5.8 Cuando José era joven, fue contratado por el padre de María, para construir una adición a LA [su] casa. Allí SE CONOCIERON [ no está] José y María, cuando ésta le llevó una taza de agua para el almuerzo; allí comenzó la relación de esta pareja que estaba destinada a ser los padres de Jesús.

(1349.5) 122:5.9 José y María se casaron de acuerdo con las costumbres judías, en la casa de María en las afueras de Nazaret, cuando José contaba veintiún años de edad. Esta boda fue la culminación de un noviazgo normal de casi dos años. Poco tiempo después se mudaron a su nueva casa en Nazaret, que había sido construida por José con la ayuda de dos de sus hermanos. La casa estaba ubicada al pie de una elevación que dominaba un bello paisaje. La joven pareja se preparaba para recibir en esta casa, ALISTADA CON TANTO AMOR [especialmente preparada], al hijo prometido, sin saber que este acontecimiento de gran importancia para un universo ocurriría lejos de su hogar, en Belén de Judea.

(1350.6) 122:7.4 María y José eran pobres, y puesto que tenían un solo animal de carga, María, que estaba ENCINTA [la idea que se desprende es que estaba en avanzado estado de gestación] , cabalgaba el animal con las provisiones mientras que José caminaba conduciendo a LA BESTIA [al animal]. El construir y amueblar la casa había sido un gasto grande para José quien también tenía que contribuir para mantener a sus padres, puesto que su padre había sido incapacitado poco tiempo antes. Así partió esta pareja judía de su humilde hogar una mañana temprana, el 18 de agosto del año 7 a. de J.C. en dirección a Belén.


(1351.1) 122:7.5 El primer día de viaje los llevó al pie del Monte Gilboa, donde acamparon durante la noche junto al río Jordán, CONVERSANDO [no exactamente “conversar”, sino que “se enfrascaron en muchas conjeturas” ] de qué clase de hijo les nacería; José lo veía como maestro espiritual y María como un Mesías judío, un liberador de la nación hebrea.

(1351.2) 122:7.6 Bien temprano a la mañana [omisión: era una mañana “soleada” o “radiante” ] SIGUIENTE ] no dice “siguiente”] del 19 de agosto, José y María reanudaron su viaje. Tomaron su almuerzo al pie del Monte Sartaba que domina el valle JORDANO [ del Jordán] , y prosiguieron su viaje, llegando por la noche a Jericó, donde se alojaron en una posada del camino en las afueras de la ciudad. Después de la cena y las conversaciones [omisión: amplias  sobre la opresión practicada por el gobierno romano, Herodes, el censo, y la influencia comparativa de Jerusalén y Alejandría como centros de conocimiento y cultura judíos, los viajeros nazarenos se retiraron para descansar. MUY [no dice “muy”] temprano por la mañana del 20 de agosto reanudaron su viaje, llegando a Jerusalén antes del medio día; allí visitaron el templo y luego siguieron camino hacia su destino, llegando a Belén a media tarde.

(1351.3) 122:7.7 La posada estaba repleta, y José buscó alojarse con parientes lejanos, pero todos los cuartos en Belén estaban totalmente ocupados A CAPACIDAD [¿?] Al volver al patio de la posada, le informaron que los establos para las caravanas, labrados en los lados de la roca y situados justo por debajo de la hostería, habían sido VACIADOS [“de animales”] y limpiados para alojar VIAJEROS  [no dice “viajeros” sino “huéspedes]  Habiendo dejado el burro en el patio, José CARGÓ [al hombro] con las bolsas de INDUMENTOS [¿? Dice “ropas”] y provisiones y descendió con María los escalones de piedra hasta su alojamiento. Se encontraron ubicados en lo que había sido un cuarto para almacenar granos frente a los establos y a los pesebres de los animales. Habían colgado cortinas de lona, y ellos se consideraron afortunados de haber conseguido un alojamiento tan cómodo.


(1351.4) 122:7.8 José había pensado salir inmediatamente para registrarse, pero María estaba cansada; SE SENTÍA MAL [omisión: bastante] y le rogó que permaneciera a su lado, a lo cual él accedió.

(1351.8) 122:8.4 El segundo día después del nacimiento de Jesús, María envió un mensaje a Elizabeth diciéndole que había llegado su hijo; Elizabeth respondió invitando a José a ir a Jerusalén para hablar de todos sus asuntos con Zacarías. A la semana siguiente José fue a Jerusalén para encontrarse con Zacarías. Tanto Zacarías como Elizabeth estaban sinceramente convencidos de que Jesús estaba [omisión: realmente] destinado a ser el liberador judío, el Mesías, y que el hijo de ellos, Juan, sería con el tiempo el jefe de sus ayudantes, el hombre de DESTÍNO [el acento sobra] y su brazo derecho. Como María compartía esas opiniones, no fue difícil convencer a José de que se quedaran en Belén, la Ciudad de David, para que Jesús eventualmente pudiera llegar a ocupar el trono de Israel como sucesor de David. Por consiguiente, permanecieron más de un año en Belén, dedicándose José a su oficio de carpintero.
(1352.1) 122:8.5 Ese mediodía en que naciera Jesús, los serafines de Urantia, reunidos bajo sus directores, verdaderamente cantaron himnos de gloria sobre el pesebre de Belén, pero estos CANTOS [dice “manifestaciones”] de gloria no fueron detectados por oídos humanos. No hubo pastores ni otras criaturas mortales que vinieran a rendir homenaje al niño de Belén hasta el día de la llegada de ciertos sacerdotes de Ur, que habían sido enviados desde Jerusalén por Zacarías.
(1352.2) 122:8.6 A estos sacerdotes provenientes de la Mesopotamia, se les fue contado tiempo atrás por un extraño maestro religioso de su país, que él había tenido un sueño en el cual se le informaba que la «luz de la vida» estaba a punto de aparecer sobre la tierra en forma de niño, EN EL PUEBLO JUDÍO [entre los judíos]. Los tres SACERDOTES [dice “maestros”]  partieron PUES [hacia allí] en búsqueda de esta «luz de la vida». Después de muchas semanas de búsqueda infructuosa en Jerusalén, estaban por volverse a Ur cuando conocieron a Zacarías, quien les trasmitió su creencia de que Jesús era el objeto de su búsqueda y los envió a Belén, donde encontraron al niño y dejaron ofrendas junto a María, su madre terrenal. El niño tenía casi tres semanas al tiempo de esta visita.

(1352.3) 122:8.7 Ninguna estrella GUIÓ a estos hombres sabios a Belén [el texto dice que “no vieron ninguna estrella que los guiara”.]. La hermosa leyenda de la estrella de Belén se originó de esta manera: Jesús nació al mediodía del 21 de agosto del año 7 a. de J.C. El 29 de mayo del año 7 a. de J.C. hubo una extraordinaria conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Y es un hecho astronómico notable el que conjunciones similares ocurrieran el 29 de septiembre y el 5 de diciembre del mismo año. Sobre la base de estos acontecimientos extraordinarios, pero totalmente naturales, los creyentes bien intencionados de las generaciones sucesivas construyeron la atractiva leyenda de la estrella de Belén y de los reyes Magos adoradores conducidos por la estrella al pesebre para contemplar y adorar al recién nacido. La mente oriental y del cercano Oriente se deleita en las fábulas, e inventa constantemente bellos mitos sobre la vida de sus dirigentes religiosos y de sus héroes políticos. En la ausencia de la imprenta, cuando la mayor parte del conocimiento humano se trasmitía oralmente de una generación a la otra, era muy fácil que los mitos se tornaran tradiciones y que las tradiciones finalmente se aceptaran como hechos. 

 (1353.1) 122:9.2 En las CORTES [patios]  del templo se encontraban con frecuencia dos personajes notables: Simeón el cantor, y Ana, una poetisa. Simeón era de Judea, pero Ana, de Galilea. Casi siempre estaban juntos, y ambos eran íntimos amigos del sacerdote Zacarías, quien les había confiado el secreto de Juan y de Jesús. Tanto Simeón como Ana anhelaban PRESENCIAR [el texto no dice nada de “presenciar] la llegada del Mesías, y su confianza en Zacarías los llevó a creer que Jesús fuese el esperado liberador de los judíos.

(1353.2) 122:9.3 Zacarías sabía qué día vendrían José y María al templo con Jesús, y había prometido indicar a Simeón y Ana, mediante un gesto especial de saludo CON LA MANO [dice saludando con la mano levantada], en la procesión de niños primogénitos, cuál era Jesús.
(1353.3) 122:9.4 Para esta ocasión Ana había escrito un poema que Simeón cantó, para SORPRESA [gran asombro] de José de María y de todos los que se encontraban reunidos en los patios del templo. Éste fue su himno de redención del hijo primogénito:
(
(1353.11) 122:9.12 JURAMIENTO [Juramento] que hizo a Abraham nuestro padre

(1353.19) 122:9.20 REGOCIJÁOS [sin acento] en la tierna misericordia de nuestro Dios porque nos visitó desde lo alto la aurora



(1353.27) 122:9.28 [En el] Camino de vuelta a Belén, José y María permanecieron silenciosos —confundidos y sin alientos. María estaba [muy] turbada por las palabras de despedida de Ana, la anciana poetisa, José no aprobaba este esfuerzo prematuro por hacer de Jesús el Mesías ansiado del pueblo judío.


(1353.28) 122:10.1 Pero los espías de Herodes no estaban ociosos. Cuando le informaron acerca de la visita a Belén de los sacerdotes de Ur, Herodes mandó que estos caldeos aparecieran ante su presencia. Los interrogó diligentemente a estos hombres sabios acerca del nuevo «rey de los judíos», pero le proporcionaron muy poca satisfacción, explicando que el niño había nacido de una mujer venida a Belén con su marido para registrarse en el censo. Herodes, insatisfecho con esta respuesta, les despidió con una bolsa de dinero mandándoles que encontraran al niño, para que Herodes también pudiera adorarle, puesto que habían dicho que su reino sería espiritual y no temporal. Pero como estos hombres sabios no regresaron, Herodes entró en sospecha. Mientras pensaba en estos hechos, volvieron sus ESPÍAS [informadores] y le dieron un informe completo sobre los recientes acontecimientos en el templo, trayéndole una copia de parte de la canción que Simeón había cantado en las ceremonias de redención de Jesús. Pero no se les había ocurrido seguir a José y María. Herodes se enfadó [mucho] con ellos cuando le dijeron que no sabían a dónde se había dirigido la pareja con el niño. Mandó que partieran espías para ubicar a José y María. Habiéndose enterado Zacarías y Elizabeth de que Herodes había mandado buscar a la familia de Nazaret, permanecieron alejados de Belén. Al mismo tiempo se ocultó al niño varón en la casa de unos parientes de José.

(1354.1) 122:10.2 José tenía miedo de buscar trabajo, y sus pocos ahorros estaban desapareciendo rápidamente. Aun durante el tiempo de las ceremonias de la purificación en el templo, José se consideraba lo suficientemente pobre como para justificar su OFERTA [su ofrenda] de dos palomas jóvenes para la purificación de María, tal como Moisés había mandado para la purificación de las madres pobres.


(1354.2) 122:10.3 Como después de más de un año de búsqueda, los espías de Herodes aún no habían ubicado a Jesús; y puesto que se sospechaba que el niño todavía estaba oculto en Belén, Herodes ordenó una búsqueda sistemática en todas las casas de Belén, y el asesinato de todos los niños varones de menos de dos años de edad. Así Herodes pensaba asegurar LA DESTRUCCIÓN [la muerte, poner fin] del que sería AL CRECER [no dice nada de crecer, sino “llegaría a ser” o “se convertiría”) el «rey de los judíos». Así perecieron en un día dieciséis niños varones [no es necesario repetir “varones”: se entiende]en Belén de Judea. La intriga y el asesinato eran acontecimientos comunes en la corte de Herodes, aun dentro de su familia inmediata.



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