sábado, 23 de abril de 2016

EL CACOFÓNICO Y ANTINATURAL "AUTOOTORGAMIENTO". ¿UN ERROR IRREPARABLE?

La falta de tiempo me hace no ser demasiado explícito en explicaciones de orden léxico y semántico respecto al término neológico "autootorgamiento" --cacofónico en forma y contenido-- y sus afijos gramaticales. El término que se intentaba traducir --y que se tradujo con tan poca fortuna-- es "bestow/al" y sus elementos acompañantes gramaticales (bestowed himself, bestowal life, bestowal mission, bestowal ministry, bestowal service, etc, etc.). Esta palabra se repite más de MIL VECES.

Algunos ejemplos:

(80.1) 6:8.4 El Hijo Eterno es infinito, pero es accesible a través de las personas de sus Hijos Paradisiacos y mediante el paciente ministerio del Espíritu Infinito. Sin el servicio de autootorgamiento de los Hijos Paradisiacos y el amante ministerio de las criaturas del Espíritu Infinito, los seres de origen material difícilmente podrían esperar alcanzar al Hijo Eterno. Y es igualmente cierto que, con la ayuda y dirección de estas agencias celestiales, el mortal con conciencia de Dios alcanzará ciertamente el Paraíso y algún día llegará ante la presencia personal de este majestuoso Hijo de Hijos.

(1308.2) 119:0.2 El atributo de autootorgamiento es inherente a los Hijos Paradisiacos del Padre Universal. En su deseo de acercarse a las experiencias de vida de sus criaturas vivientes subordinadas, las varias órdenes de Hijos del Paraíso reflejan la naturaleza divina de sus padres Paradisiacos. El Hijo Eterno de la Trinidad del Paraíso marcó el camino de esta práctica, habiéndose autootorgado siete veces en los siete circuitos de Havona durante los tiempos de la ascensión de Grandfanda y los primeros peregrinos del tiempo y del espacio. Y el Hijo Eterno continúa autootorgándose en los universos locales del espacio en la persona de sus representantes, los Hijos Micael y Avonal.

(1083.6) 98:7.1 El Hijo Creador no se encarnó en semejanza de carne mortal ni se autootorgó para la humanidad de Urantia para reconciliar a un Dios airado, sino más bien para que la humanidad entera reconociera el amor del Padre y comprendiera su filiación de Dios. Después de todo, aun el gran abogado de la doctrina de la expiación se dio cuenta de parte de esta verdad, pues declaró que «Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo».


En un sentido más acorde con el inglés, con los escritos de Urantia mismos y con la sensibilidad de nuestra lengua española, debería traducirse como "darse de gracia".  Los hijos del Paraíso se dan a sí mismos a los seres humanos de gracia, como dádiva; esto es, realizan un ministerio, un servicio, de gracia. Es el mismo Hijo Eterno quien concede, otorga a estos hijos igualmente de gracia, como don gratuito a los mundos habitados. 

El término “gracia”, que conlleva pues la idea de dádiva, de merced, de don gratuito, de favor, se cita en el Antiguo Testamento, pero, como se explica en el Vocabulario de teología bíblica (Herder 1967, pp. 322-323-325), “el Nuevo Testamento fijó su sentido y le dio toda su extensión. Lo utilizó precisamente para caracterizar el nuevo régimen instaurado por Jesucristo y oponerlo a la economía antigua: esta estaba regida por la ley, aquella lo está por la gracia (Ro 6,14; Jn 17). 

La gracia es el “don de Dios que contiene todos los demás, el don de su Hijo (Ro 8,32): ‘Él que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?’”. Y él mismo con su ministerio o servicio de gracia inaugura este ministerio en los que le siguen. Esto dice Jesús a los doce: “De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mt 10,8). Dios se manifiesta como “el Dios de toda gracia” (I Pedro 5,10); Cristo se presenta como “lleno de gracia” (Juan 1,14); y al Espíritu Santo se le llama “el Espíritu de Gracia” (Hebreos 10,29). Teológicamente, se podría decir que las tres personas de la Deidad están vinculadas con la gracia.

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