INTRODUCCIÓN
Al comenzar a escribir esta
introducción a los nueve escritos iniciales de la parte III de The Urantia Book (1955)[1],
la primera idea que tuve fue dejar que el lector fuese descubriendo su
contenido por sí mismo, pero poco a poco, nada más terminar la traducción[2],
empezaron a acudir a mi mente algunas formas de intentar ayudar los lectores a
comprender mejor su lectura.
Por situar estos nueve
escritos en su justo contexto, es necesario aclarar que forman una unidad
temática completa, aunque interdependiente, dentro de los sesenta y tres que
conforman la Parte III de The Urantia
Book, titulada La historia de Urantia. En su totalidad, el libro consta de
cuatro partes, que suman 196 escritos, todos firmados por seres celestiales. Estos
que se adjuntan están narrados por los portadores de vida, que son los que
inician la vida en los mundos del espacio. Se nos dice lo siguiente respecto a
estos seres:
La vida no aparece de forma espontánea en los universos;
los portadores de vida han de iniciarla en planetas estériles. Ellos son los
portadores, diseminadores y custodios de la vida tal como aparece en los mundos
evolutivos del espacio. Toda vida conocida en Urantia cualquiera que sea su
orden o forma hace su aparición con
estos hijos, aunque no todas las formas de vida planetaria existen en Urantia.
(399.3; 36:3.1)
Y a tenor de las afirmaciones científicas que se realizan,
es importante tener también presente, la fecha de la publicación de los
escritos de Urantia. Efectivamente, como ya he indicado, el libro se publicó
1955, pero parece que sus reveladores lo dieron por terminado y certificado en
1935, tras la aparición de la Parte IV, La vida y enseñanzas de Jesús. Un año
antes, en 1934, se completaron las tres primeras partes. A raíz del largo
proceso de revisión del texto, que había sido escrito a máquina, la confección
de las planchas tipográficas no se realizaría hasta 1942, y no sería hasta
1955, tras otra prolongada revisión de las galeradas, cuando se publicaría el
libro, no sin algunos errores, algo normal en un texto de 2097 páginas[3],
se daba fin a una revelación que había comenzado más de cuatro décadas
antes.
Por otro lado, como el título sugiere y adelanta, estos
nueve escritos que aquí se incluyen tratan de la formación de nuestro sistema
solar, que sus autores llaman Monmatia,
y de la evolución “planificada” de plantas y animales hasta llegar a las
primeras razas humanas. El acercamiento
a la ciencia de The Urantia Book no
debe sorprendernos porque en él se conjugan ciencia, teología/religión y
filosofía en un todo armónico y admirable, aunque se nos advierte algo al
respecto:
Ni la ciencia, ni la filosofía, ni la teología pueden
corroborar la persona de Dios. Solo la experiencia personal de los hijos de la
fe del Padre celestial puede llevar a efecto la auténtica cognición espiritual
del ser personal de Dios. (31.5; 1:7.5)[4].
Y se nos informa de algo trascendental para el fundamento
revelado y científico de este libro:
Dios es para la ciencia una causa, para la
filosofía una idea, para la religión una persona, además de un amoroso Padre
celestial. Dios es para el científico una fuerza primordial, para el
filósofo una hipótesis de unidad, para el religioso una experiencia espiritual
viva. (30.1; 1:6.2)
La idea de Dios como primera causa para la ciencia se repite más adelante:
En la ciencia, Dios es la primera causa; en la
religión, el amoroso Padre universal; en la filosofía, el único ser que existe
por sí mismo, que no depende de ningún otro ser para existir sino que
graciosamente otorga existencia real a todas las cosas y a todos los otros
seres. Pero se necesita la revelación para demostrar que la primera
causa de la ciencia y la unidad existente por sí misma de la filosofía son
el Dios de la religión, pleno de misericordia y bondad y comprometido a llevar
a cabo la supervivencia eterna de sus hijos de la tierra. (59.3; 4:4.7)
Dios es la primera causa de la ciencia, pero es necesaria la revelación
para demostrar este hecho.
Día a día los científicos investigan y hacen nuevos
hallazgos, pero son incapaces de encontrar muchos de los supuestos “eslabones
perdidos”[5]
existentes desde el comienzo de la vida en los mares ancestrales hasta la
aparición del hombre, sencillamente porque no son tales, como veremos. No son
sino decisiones evolutivas de Dios, aunque a través de seres subordinados a él.
La formación de nuestro sistema solar crea igualmente muchas incógnitas. Los
mundos no se crean por decreto de la Deidad, por el “hágase” y el mágico clic
de los dedos, sino por “actos creativos” que conllevan el empleo de métodos
evolutivos aplicables al tiempo y al espacio, donde el Padre no obra de forma
directa:
[…] todos los cuerpos espaciales han tenido un origen
evolutivo, evolutivo en el sentido de que no han llegado a existir por decreto
de la Deidad, evolutivo en el sentido de que los actos creativos de Dios se
han desarrollado de forma espacio temporal a través de la actuación de
muchas de las inteligencias creadas y acontecidas por la Deidad. (172.9;
15:6.7)
Por lo tanto, en el
desarrollo evolutivo geológico y biológico que vamos a presenciar, y que se
prolonga por muchos millones de años, se manifiesta una evolución creativa revelada. Si bien, se nos informa de los límites
de la revelación:
La humanidad debería comprender que nosotros, que participamos en la revelación de la verdad, esta-mos
estrictamente restringidos por las instrucciones de nuestros superiores. No
tenemos libertad para adelantar los descubrimientos científicos que se producirán
en mil años. Los reveladores deben actuar conforme a las directrices que forman
parte del mandato de la revelación […].
(1109.3; 101:4.2)
Los portadores de vida no pueden adelantar hallazgos no ganados por la
humanidad, pero esto no quiere decir que no ofrezcan a los científicos algunos
novedosos campos de investigación:
Cuando los científicos de Urantia conozcan mejor estas
sustancias químicas curativas, se volverán más eficaces en el tratamiento de
las lesiones e, indirectamente, sabrán mejor cómo controlar determinadas enfermedades graves. (735.4; 65:4.5)
También se añade algo a tener en cuenta:
[…] No vemos manera alguna de superar esta dificultad ni
ahora ni en ningún momento futuro. Sabemos muy bien que, mientras los hechos
históricos y las verdades religiosas de esta serie de exposiciones reveladoras
permanecerán en los archivos de las eras venideras, en unos pocos años, muchas
de nuestras afirmaciones sobre las ciencias físicas precisarán revisión
como resultado de nuevos desarrollos científicos y descubrimientos […]. (735.4;
65:4.5)
Muchas —no todas— de las afirmaciones científicas que
realizan necesitarán de revisión. Y efectivamente vemos que la ciencia actual
ha avanzado, por ejemplo, en la clasificación más extensa del tiempo geológico
en eones, eras, períodos y épocas respecto a aquel momento. Así pues, los
reveladores mencionan a los estudiosos de la época (1934) para tal clasificación:
(672.2) 59:0.2 1. La era previa a la vida engloba los
primeros cuatrocientos cincuenta millones de años, desde alrededor del momento
en el que el planeta alcanzó su tamaño actual hasta el momento de la
implantación de la vida. Vuestros estudiosos lo llaman periodo Arqueozoico.
Y aluden a este periodo, el Arqueozoico, al igual que, más adelante, al
Proterozoico, al Paleozoico, al Mesozoico y al Cenozoico, pero no mencionan la
pertenencia de los dos primeros, según la clasificación actual al eón
Precámbrico (con la ausencia del Hádico) ni de los tres últimos al eón
Fanerozoico. Tampoco parece haber coincidencia en cuanto a la duración de los
distintos períodos. Pero aquí, mientras que la ciencia moderna no parece
ponerse de acuerdo al respecto, los portadores sí son bastantes precisos, lo
que da a entender la veracidad de los datos que van a aportar:
(651.1) 57:0.1 Al presentar estos extractos
de la documentación existente en Jerusem respecto a los antecedentes e historia
temprana de Urantia para los propios archivos de este planeta, se nos dan
instrucciones para que calculemos el tiempo según su uso ordinario —el actual
calendario bisiesto producto de los 3651/4
días que tiene el año—. Por lo general, intentaremos no dar años exactos,
aunque haya constancia de ellos. Redondearemos los números enteros más próximos
porque consideramos que es el mejor método de exponer estos hechos históricos.
Al adentrarnos en los escritos que incluyo pudiera
parecernos que esos límites impuestos a la revelación, arriba delineados, se
han extralimitados, pero en unos escritos más adelante se nos dice:
(1109.6) 101:4.5 [...] Aunque las afirmaciones respecto a la cosmología nunca son
inspiradas, tales revelaciones son de inmenso valor puesto que,
transitoriamente al menos, clarifican el conocimiento por medio de:
(1109.7) 101:4.6 1. La reducción de la confusión al eliminar el error de forma fehaciente.
(1109.8) 101:4.7 2. La coordinación de hechos y observaciones conocidos o a punto de
ser conocidos.
(1110.1) 101:4.8 3. La restauración de fragmentos importantes de conocimiento perdido
referentes a acontecimientos trascendentales del pasado distante.
(1110.2) 101:4.9 4. El suministro de información que llena espacios vacíos vitales en
el conocimiento, de otra manera ganado.
(1110.3) 101:4.10 5. La exposición de datos cósmicos de tal forma que iluminan las
enseñanzas espirituales contenidas en la revelación a la que se adjuntan[6].
Un buen ejemplo de este suministro de información para llenar espacios
vacíos o lagunas vitales en el conocimiento son los que los autores de estos
escritos, residentes en nuestro planeta desde tiempos inmemoriales, definen
como “derrepentes” y que no son más que “actos creativos deliberados”, que
guían el proceso evolutivo.
Pero veamos, antes de continuar, los títulos
de los mencionados nueves escritos, y que abarcan desde el origen de Urantia,
nuestro planeta tierra, hasta la acción directiva sobre la evolución, que es un
resumen de estos actos creativos intencionados desde antes de la creación de la
vida. Estos son:
ESCRITO 57: EL ORIGEN DE URANTIA
ESCRITO 58: LA IMPLANTACIÓN DE LA VIDA EN URANTIA
ESCRITO 59: LA ERA DE LA VIDA MARINA EN URANTIA
ESCRITO 60: URANTIA DURANTE LA ERA DE LA VIDA TERRESTRE
PRIMITIVA
ESCRITO 61: LA ERA DE LOS MAMÍFEROS EN URANTIA
ESCRITO 62: LAS RAZAS PRECURSORAS DEL HOMBRE PRIMITIVO
ESCRITO 63. LA PRIMERA FAMILIA HUMANA
ESCRITO 64: LAS RAZAS EVOLUTIVAS DE COLOR
ESCRITO 65: ACCIÓN DIRECTIVA SOBRE LA EVOLUCIÓN
EVOLUCIÓN CREATIVA REVELADA: LOS “DERREPENTES”
Como ya he sugerido, y se puede deducir, la teoría
evolutiva característica de The Urantia
Book es diferente en distintos sentidos a las que hasta ahora han
enarbolado distintos grupos religiosos y no religiosos. Dicha teoría no es exclusivamente creacionista
ni evolucionista ni creacionista evolutiva. En el creacionismo “Dios crea a
cada especie con sus propias características, es decir que no hay evoluciones
ni mutaciones ya que cada especie es creada a su manera”[7].
Charles Linneo (1707-1778), uno de sus exponentes, pensaba que ya que “Dios ha
creado el mundo, es posible, comprender la sabiduría de Dios estudiando su
creación”[8].
Los escritos desdicen este idea:
El Padre Universal no es sinónimo de naturaleza ni es la
ley natural personalizada. Dios es una realidad trascendente, no meramente el
concepto tradicional que el hombre tiene de los valores supremos. (23.5; 1:2.2)
Más adelante leemos:
Tal como aparece en un mundo como Urantia, la naturaleza
no puede ser nunca la expresión adecuada ni la representación verdadera ni el
fiel retrato de un Dios pleno en sabiduría e infinito”. (56.5; 4:2.1)
Sin embargo esta postura plantea cierto problema porque
siendo Dios inmutable e invariable, cómo es posible que cree leyes evolutivas. Pero se nos dice lo siguiente:
La naturaleza es, en un sentido limitado, la vestimenta
física de Dios. La conducta o acción de Dios se condiciona y se modifica, de
manera provisional, a partir de los planes experimentales y los modelos
evolutivos de un universo local, de una constelación, de un sistema o de un
planeta. Dios actúa de acuerdo con una ley bien definida, invariable e
inmutable por todo el inmenso y creciente universo matriz, pero modifica
sus pautas de acción a fin de contribuir a la dirección equiparada y
equilibrada de cada universo, constelación, sistema, planeta y ser personal de
acuerdo con los objetivos, propósitos y planes locales de los finitos
designios del despliegue evolutivo. (56.5; 4:2.1)
Las leyes de Dios son invariables pero las pautas de acción se modifican “dee
acuerdo con los objetivos, propósitos y planes locales de los finitos designios
del despliegue evolutivo”. Poniendo un
nuevo ejemplo, en Urantia, los modelos de vida son del mismo tipo, aunque
ampliado y mejorado, que el del universo de Nebadón, y relativo al del sistema
local de Satania en el que se inscribe nuestro planeta:
Transcurrido poco tiempo, los servicios de transmisión de
Nebadón difundían el anuncio de que Urantia sería el escenario en el que los
portadores de vida llevarían a cabo, en Satania, su sexagésimo experimento,
diseñado para ampliar y mejorar los modelos de vida de Nebadón relativos al
tipo de Satania. (661.3; 57:8.9)
Parece pues que, por un lado, la teoría urantiana de la
evolución tiene algo de creacionismo, porque sigue los designios de Dios, pero,
al mismo tiempo, podemos decir que es evolutiva, no por ello semejante a ella.
Los proponentes de esta teoría evolucionista, y a raíz de la expansión del
creacionismo especialmente en Estados Unidos, tienen razón en que:
Esta difusión de ideas creacionistas no se sustenta, sin
embargo, en una base científica, puesto que la propia Royal Society de Londres
afirmó en 2006 que el evolucionismo estaba sumamente respaldado, negando la
posibilidad de que el creacionismo pudiera tener cabida como teoría científica.[9]
El autor de este artículo también cita la opinión de Gould, un destacado
biólogo evolutivo:
Este argumento también es respaldado por Stephen Jay
Gould, que explica que “el creacionismo afirma que el evolucionismo no puede
basarse en pruebas científicas”, un razonamiento falso a tenor de las pruebas
aportadas por los defensores de la teoría de la evolución.[10]
Sin embargo el evolucionismo, basado en Darwin, también
se separa de la teoría urantiana porque, al rechazar el creacionismo, rechaza
igualmente todo “diseño inteligente”,
Esta idea es el “último refugio” de las corrientes
creacionistas de raíz judeocristiana, en palabras del conocido investigador
Juli Peretó, del Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia. Este
bioquímico argumenta que parte del “éxito” de las teorías del diseño
inteligente se basan en la incultura científica de la sociedad. [11]
que se ve “como incultura científica de la sociedad”.
La teoría urantiana parece
estar más próxima al creacionismo evolutivo, que sí apoya la idea de un plan
divino y no rechazan la evolución:
El creacionismo evolutivo es una forma de “creacionismo
pro-evolución” que cree en la existencia de un creador y un propósito, y al
igual que la evolución teísta, postula una creación en la que Dios crea a
través del proceso de evolución; pero difiriendo en la teología de ambas,
aunque no en la aceptación de las teorías científicas que apoyan, al no
rechazarlas[12].
Esta filosofía de la creación:
postula que Dios no dirige en el vacío, pero aquella
naturaleza donde existe no tiene una existencia independiente de su voluntad.
Permite las interpretaciones consistente con un Génesis sobrenatural más
literal, y el objetivo de la ciencia; adecuándola de acuerdo a lo descrito en
las teorías científicas, sin llegar a rechazar estas teorías. Permitiendo así
la creencia, por ejemplo, de que los eventos de creación ocurrieron, pero no en
un rango de tiempo y de orden tal como nosotros lo conocemos según las
creencias religiosas; o que Adán no fue el primer humano biológico, pero sí el
primer ser espiritualmente consciente[13].
Pero esta idea se queda muy corta cuando leemos los
escritos de Urantia. Dios es efectivamente la primera causa en la ciencia, algo
que propugnan el creacionismo y el creacionismo evolutivo, pero la teoría
urantiana va más allá, como hemos observado. La revelación es necesaria “para
demostrar que la primera causa de la ciencia y la unidad existente por sí misma
de la filosofía son el Dios de la religión (59.3; 4:4.7)”. El creacionismo, un Dios sin ciencia, el
evolucionismo, una ciencia sin Dios, y el creacionismo evolutivo, una ciencia
sin revelación, abundan en incoherencias, en conservadurismo religioso, en ambigüedades
y en eslabones perdidos, que solo la revelación es capaz de aclarar y resolver.
De ahí el título que califica a esta teoría urantiana como “creacionismo
evolutivo revelado”.
En los escritos se habla de estos “eslabones perdidos”,
propios de la filosofía evolutiva darwiniana:
(669.3) 58:6.2 Aunque se pueda rastrear la evolución de la vida vegetal
a la vida animal, y aun cuando se haya encontrado una serie escalonada de
plantas y animales que conducen progresivamente desde los organismos más
simples a los más complejos y avanzados, no es posible encontrar vínculos de
conexión entre las grandes divisiones del reino animal ni entre los tipos más
superiores de animales prehumanos y los hombres de los albores de la raza
humana. Estos “eslabones perdidos”, como se les llama, permanecerán
perdidos para siempre, por la sencilla razón de que nunca existieron.
Nunca existieron estos eslabones perdidos porque son actos creativos, “métodos
creativos”[14]
insertos en el tiempo y el espacio, mutaciones evolutivas planeadas o
“inteligentes”, que la ciencia no reconoce. De acuerdo con The Urantia Book, “la evolución es deliberada, nunca accidental”[15],
como creen los seguidores de la filosofía evolutiva. Esto se nos dice:
Las primeras etapas de la evolución de la vida no se
explican del todo partiendo de la visión que tenéis actualmente de ellas. El
hombre mortal no es un accidente evolutivo. Existe un sistema preciso, una
ley universal, que determina el despliegue del plan de vida planetario en las
esferas del espacio. (560.5; 49:1.6)
Y se continúa reiterando la idea de que no es accidental,
abundando en la noción de que la evolución es un “proceso metódico y controlado” y complejo a
la vez, como podemos deducir de las siguientes palabras:
La evolución planetaria se rige por un proceso
metódico y controlado. El desarrollo de organismos superiores a partir de
grupos inferiores de vida no es accidental. A veces, el proceso evolutivo sufre
retrasos temporales debido a la destrucción de estirpes propicias de plasma
vital que algunas especies seleccionadas portan. Con frecuencia se necesitan
muchas eras para recuperar y corregir el daño ocasionado por la pérdida de una
sola estirpe superior de la herencia humana. (560.6; 49:1.7)
Sin la revelación, sin la mano divina que obra a través
de muchos de sus subordinados, este plan deliberado no se puede percibir. Es
por ello por lo que en los escritos que aquí se incluyen, estas mutaciones se
revelan como “derrepentes”. Los reveladores, como mencionaba antes, cuentan con
cierta autorización específica para suministrar información que pueda llenar “espacios
vacíos vitales en el conocimiento, de otra manera ganado”(1110.2; 101:4.9). A
través de la revelación se nos facilita llenar esos espacios vacíos que la
ciencia no logra descubrir. Los términos “repentino/a” o “de repente” se
repiten con mucha frecuencia en estos escritos con ese sentido. Veamos [la cursiva es del texto original
inglés]:
De era en era, surgen especies de vida animal
radicalmente nuevas. No evolucionan como resultado de la acumulación gradual de
pequeñas variaciones; aparecen como órdenes de vida nuevos y plenos, y lo hacen
de repente. (669.4; 58:6.3)
La aparición repentina
de especies nuevas y de órdenes diferenciados de organismos vivos es
enteramente biológica, rigurosamente natural. No hay nada sobrenatural en estas
mutaciones genéticas. (669.5; 58:6.4
En este ejemplo observamos como los primeros animales
multicelulares aparecen evolutivamente de repente:
De repente, y sin línea
ascendente de cambios graduales, hacen su aparición los primeros animales
multicelulares. Los trilobites han evolucionado y durante millones de años
dominan los mares. Desde la perspectiva
de la vida marina, esta es la era de los trilobites. (673.4; 59:1.4)
Tras los trilobites, aparecen “de repente” los moluscos mayores:
Los trilobites experimentaron un rápido descenso, y los
moluscos mayores, o cefalópodos, se colocaron en el centro de la escena. Estos
animales llegaron a alcanzar unas dimensiones de más de cuatro metros y medio
de largo por treinta centímetros de diámetro, y se hicieron los dueños de los
mares. Esta especie apareció de repente
y se hizo con la supremacía de la vida marina. (677.2; 59:3.5)
Tras ellos, son los escorpiones los que aparecen “de
repente”: “Poco después, y de repente,
los auténticos escorpiones —los verdaderos respiradores de aire— hacen su
aparición” (677.8; 59:3.11). El relato de la evolución es muy prolongado y no
es posible, en esta corta introducción, hacer referencia a todos estos actos
creativos evolutivos, a estos “derrepentes”, pero si damos un salto en el
tiempo, podemos observar el paso evolutivo planificado al ser humano, a partir
de los mamíferos placentarios:
En los inicios de este período apareció de repente, en América del Norte, el
tipo de mamífero placentario, constituyéndose en el desarrollo evolutivo más
importante hasta este momento. Previamente, había habido órdenes de mamíferos
no placentarios, pero esta nueva clase de mamíferos surgió directa y de repente de un ancestro reptil ya
existente, cuyos descendientes habían persistido a través de los tiempos del
declive de los dinosaurios. El padre de los mamíferos placentarios fue un tipo
de dinosaurio pequeño, bastante activo, carnívoro y saltador. (693.5; 61:1.2)
Dando un nuevo salto en el tiempo, vemos las distintas
etapas del desarrollo del hombre a través de los lémures. Es un párrafo largo,
pero merece la pena citarlo:
El gran acontecimiento de este período glacial fue la
evolución del hombre primitivo. Ligeramente hacia el oeste de la India,
sobre suelo terrestre, ahora bajo el agua, y entre los vástagos de los
emigrantes asiáticos de los tipos norteamericanos de lémures, aparecieron de repente los mamíferos primigenios.
Estos pequeños animales caminaban mayormente sobre sus patas traseras, y
poseían un cerebro de grandes proporciones en relación a su tamaño y en
comparación con el cerebro de otros animales. En la septuagésima generación de
este orden de vida, un nuevo grupo de animales superiores se diferenció de repente de los demás. Estos mamíferos
intermedios, nuevos, —casi doblaban el tamaño de sus ancestros y tenían una capacidad
cerebral que había aumentado de forma proporcional— acababan apenas de
consolidarse cuando de repente
aparecieron los primates, la tercera mutación vital. (Al mismo tiempo, un
desarrollo retrógrado en el linaje de los mamíferos intermedios dio origen a
los ascendentes simios; y desde ese día hasta hoy, la rama humana ha avanzado
mediante evolución progresiva, mientras que las tribus simias se han
estacionado o incluso han retrocedido.) (700.2; 61:6.1)
El plan deliberado no es solo para la creación de vida
inteligente en nuestro planeta, sino para la formación de todo nuestro sistema
solar, a la que se alude en el primer escrito:
Hace 875.000.000.000 de años se dio inicio, como estaba
previsto, a la enorme nebulosa de Andrónover número 876.926. Solo se precisaba
la presencia del organizador de la fuerza y sus asistentes de enlace para dar
comienzo al remolino de energía que acabó por convertirse en este inmenso
ciclón del espacio. Una vez iniciadas dichas rotaciones nebulares, los
organizadores vivos de la fuerza se retiran simplemente en ángulos rectos
respecto al plano del disco de rotación y, desde ese momento en adelante, son
las cualidades intrínsecas de la energía las que garantizan la evolución
progresiva y ordenada de este nuevo sistema físico. (652.2: 57:1.6)
La nebulosa Andrónover, ascendente de nuestro sol, tiene un origen
intencional, deliberado. Un organizador de fuerza junto a sus asistentes da
comienzo al remolino de energía que se convertiría en tal ciclón del
espacio. Nada sucede por azar.
Hay mucho más que el lector debe descubrir por sí mismo a
medida que lee estos escritos como la vida de los primeros seres humanos, de Andón
y Fonta —nuestros primeros padres—, las extensas emigraciones de sus
descendientes o el nacimiento de las razas de color.
Preguntarse por las causas de dicha decisión divina, de
la creación y evolución de los mundos del tiempo y el espacio, nos llevaría a
otro estudio, diferente en cierta manera, pero podemos dar una pincelada:
Dios, en su grandeza, hace contacto directo con la mente
del hombre mortal y le da una parte de su infinito, eterno e incomprensible ser
para que viva y more dentro de él. Dios se ha embarcado con el hombre en la
aventura eterna. Si os rendís a las fuerzas espirituales que están en vosotros
y a vuestro alrededor, alcanzaréis, sin temor al fracaso, el elevado destino,
establecido por un Dios amoroso, como meta universal para las criaturas que
ascienden desde los mundos evolutivos del espacio. (64.3; 5:1.12)
Hay otros elementos en los que me gustaría hacer hincapié
como son las transformaciones al traducir de las medidas del sistema americano
al decimal, lo que desafortunadamente crea ciertas inexactitudes. En este caso,
y si se presenta la duda, siempre es mejor ver la cifra original. Igual pasa
con la traducción al español; en caso de
duda, siempre es aconsejable mirar el inglés.
Además, he decidido incluir algunas referencias bíblicas
y, por claridad, algunas notas a pie de página con definiciones y ciertas citas
cruzadas con otras partes del libro. Hay, igualmente, un apéndice con un
escueto diccionario en el que se definen algunos de los términos geológicos y
biológicos que recorren el texto.
Espero que los lectores disfruten de esta apasionante e
interesante lectura.
[1] Traducido como El libro de Urantia
o Los escritos de Urantia.
[2] Ya está publicada mi traducción de las partes primera y segunda, escritas
en 2012 y 2014 respectivamente, ambas con citas bíblicas y anotaciones
explicativas: Los escritos de Urantia
(I): El universo central y los universos globales y Los escritos de Urantia (II): El universo local (Amazon y Kindle).
Esta iniciativa vino a raíz de darme cuenta de que las dos traducciones al
español realizadas por la Fundación Urantia (1993 y 2009) contienen tantos
errores que alteraban sobremanera el texto original en inglés.
[3] Larry
Mullins, 2000, A History of the Urantia
Papers, http: //www.urantiapapers history.com/. Traducido al español, como Historia
de los Escritos de Urantia, por Ángel F. Sánchez Escobar, 2010.
[4] La numeración indica página 31, párrafo 5, y escrito 1, apartado 7,
párrafo 5.
[5] Ver, por ejemplo, “Eslabón perdido”, https://es.wikipedia.org/wiki/
Eslab%C3%B3n _perdido, o “El eslabón perdido de la evolución humana”,
http://www.portalciencia.net/antroart4.html.
[6] Se han hecho diferentes estudios para confirmar las afirmaciones científicas de los escritos. Entre
otros, Verifying History and Science in
the Urantia Book (http://www.ubthenews.com/); Science Content of The Urantia Book (http://truthbook.com/urantia/science-studies/science-content-of-the-urantia-book);
Science, Anthropology and Archaeology in
The Urantia Book (http://www.urantiabook.org/archive/readers/glasziou-anthropology-archaeology-1.htm);
o Confirmando El libro de Urantia a través de la ciencia
(http://confirmandoellibrodeurantia. blogspot.com).
[7] Ver: https://prezi.com/yswyua8zujq1/creacionismo-evolutivo/.
[8]Ibídem.
[9] Ver: http://hipertextual.com/2014/02/debate-evolucionismo-creacionismo.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12]Ver: http://coast.pink/creacionismo-evolutivo_10102333.html.
[13] Ibídem.
[14] Ver: 223.5; 20:0.5.
[15] Ver: 401.5; 36:5.1.
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