Como se dice en el título, si ante la genética no somos iguales, si lo somos ante Dios. Jesús nos dice:
“Aunque los seres humanos difieren unos de otros de muchas maneras, todos los mortales están en igualdad de condiciones ante Dios y el mundo espiritual. A los ojos de Dios solo existen dos grupos de mortales: los que desean hacer su voluntad y los que no lo desean. Cuando el universo contempla un mundo habitado, percibe de igual manera dos grandes clases: los que conocen a Dios y los que no lo conocen.... Los que no pueden conocer a Dios son contados entre los animales de un determinado mundo. Los seres humanos se pueden dividir propiamente en muchas categorías según requisitos diferentes, pues se les puede considerar desde un punto de vista físico, mental, social, profesional o moral, pero cuando estas diferentes clases de mortales comparecen ante el tribunal de Dios, se presentan en igualdad de condiciones. En verdad Dios no hace acepción de personas. Aunque no se puede evitar reconocer las diferencias de aptitudes y dotaciones humanas en los terrenos intelectual, social y moral, no hay que hacer ninguna distinción de este tipo en la fraternidad espiritual de los hombres cuando se reúnen para adorar en la presencia de Dios” (1468,3).
Jesús, también condena la explotación de los seres más débiles:
“Jesús no se ocupó nunca personalmente de las finanzas de los apóstoles, excepto de los desembolsos destinados a las limosnas. Pero había un abuso económico que condenó muchas veces, y fue la explotación injusta de los hombres débiles, ignorantes y menos afortunados por parte de sus semejantes fuertes, agudos y más inteligentes. Jesús declaró que este tratamiento inhumano de hombres, mujeres y niños era incompatible con los ideales de la fraternidad del reino de los cielos” (1803,2).
Además, en los mundos de las moradas ya se corrige cualquier deficiencia humana que podamos traer de los mundos materiales:
“En los mundos de morada los mortales ascendentes gozan de muchas oportunidades para poder compensar cualquier carencia de orden vivencial experimentada en sus mundos de origen, ya sea a causa de la... herencia, del medio ambiente o del prematuro y desafortunado término de su andadura en la carne (516,1).
En relación al primer mundo se dice:
“Casi todo lo que ocurre en el mundo de morada número uno está relacionado con la atención a las deficiencias. Los supervivientes que llegan a esta primera esfera de estancia manifiestan tal grado y variación de defectos de carácter como criaturas y de deficiencias en su experiencia humana que la actividad principal de este mundo consiste en la corrección y cura de estos múltiples legados de la vida en la carne de los mundos evolutivos materiales del tiempo y del espacio” (533,6).
Y continúa “La estancia en el mundo de morada número uno está concebida para elevar el desarrollo de los supervivientes mortales al menos hasta el estado post-adánico de los mundos evolutivos normales. En el terreno espiritual, los estudiantes de este mundo están, por supuesto, muy por encima de ese estado de desarrollo meramente humano” (534,1).
Respecto al séptimo mundo de morada se dice: “Aquí prácticamente desaparece toda perceptible diferencia entre los mortales que proceden de los mundos aislados y retrasados y los supervivientes que lo hacen de esferas más avanzadas e iluminadas. En este mundo se depura todo resto de herencia desafortunada, de un medio ambiente dañino y de tendencias planetarias no espirituales. Aquí se erradican los últimos vestigios de la “marca de la bestia” (538,6).
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