sábado, 19 de enero de 2013

ESCRITO 36-COMENTARIO: UNA APROXIMACIÓN AL "INEXPUGNABLE" PÁRRRAFO 397,11



Como comento en el título, el análisis que sigue es "una" aproximación al párrafo 397,1, del Escrito 36. Puede haber otros análisis y aproximaciones no menos satisfactorias. El párrafo se incluye dentro de la explicación del mundo número dos de los portadores de vida. Plasmo en primer lugar el párrafo anterior para tener el contexto:

 
397,10 El mundo número uno, la esfera sede, junto con sus seis satélites secundarios, está dedicado al estudio de la vida universal, esto es, de la vida en todas sus fases de manifestación conocidas. Aquí se sitúa la facultad de planificación de la vida, en la que maestros y asesores de Uversa y Havona, e incluso del Paraíso, ejercen su actividad. Me está permitido revelar que en este mundo de los portadores de vida se hallan los siete emplazamientos centrales de los espíritus asistentes de la mente. 
Antes de leer mis apreciaciones,  os aconsejaría que lo leyerais y tratarais de encontrar por vuestra cuenta algún tipo de explicación.

Como veis, he preferido incluir notas al pie de página en los conceptos que he creído complejos de entender --estas notas formarán parte de las que aparezcan en la traducción de la Parte II--. Observaréis que hay muchas suposiciones, no podría ser de otra manera, que intento demostrar mediante citas, aunque no sé si lo consigo. Jamás me he encontrado con nada tan difícil de comprender quizás porque los reveladores lo han querido así y han dado pocas claves, obligando al lector a rebuscar por los lugares más recónditos del libro tratando de hallar algo de claridad. Y la verdad es que resulta muy arduo traducir algo que no entiendes. También quiero indicar que sería conveniente igualmente leer el escrito completo tras este estudio. 
  PÁRRAFO 397,11 [1]
397,11 El número diez —el sistema decimal —es consustancial al universo físico[2], aunque no al espiritual[3]. El ámbito de la vida[4] se caracteriza por tres, siete y doce o por múltiplos y combinaciones[5] de estos números básicos[6]. Existen tres planificaciones[7] de la vida que son primordiales y esencialmente diferentes, según el orden de las tres Fuentes y Centros del Paraíso, y, en el universo de Nebadón, estas tres formas elementales de la vida se segregan en tres tipos diferentes de planetas[8]. Había, originariamente, doce conceptos[9] divinos distintos de la vida transmisible[10]. Este número doce, con sus divisores y múltiplos, está presente en todos los modelos básicos de la vida de la totalidad de los siete universos globales[11]. También hay siete tipos arquitecturales[12] concernientes al diseño de la vida, o distribuciones fundamentales de la configuración reproductiva de la materia viva. Los modelos de la vida de Orvontón se configuran en doce portadores de la herencia. Los distintos órdenes de criaturas volitivas se configuran según los números 12, 24, 48, 96, 192, 384 y 768. En Urantia existen cuarenta y ocho unidades rectoras del modelo de la vida —o rasgos determinantes— en las células sexuales de la reproducción humana[13].



 [1] El párrafo tiene una estructura perfecta. Sus dos oraciones iniciales temáticas (que anuncian el tema), muy propias de la retórica del inglés escrito, explican la manifestación de la vida indicada en el párrafo anterior.
[2] Resulta un misterio el hecho de que el universo físico, a diferencia del universo espiritual, esté basado en el sistema decimal. Esto ha de tener relación con la estructura fundamental matemática de la materia que hoy en día se investiga y, por tanto, del universo. Pero a pesar de la constitución decimal consustancial a la energía, a la materia y a la creación material de los universos físicos del tiempo y el espacio, la premateria tiene una organización electrónica séptuple (479,6-7).
[3] Parece referirse al universo central y divino. Más adelante se nos dice que mientras que el sistema decimal es inherente al universo físico, el sistema heptal, o en base siete, es fundamental en el universo central y en el sistema espiritual de las transmisiones inherentes del carácter (479,7).
[4] Para entender bien lo que los reveladores quieren decir respecto al ámbito de la vida, se hace necesario añadir que a través de los portadores de vida, que transmiten la chispa vital de espíritu, los modelos inertes de la materia se convierten en materia viva (399,5). Al impartir esta chispa de la vida, se da comienzo a mociones de rotación de la materia según unas especificaciones físicas, químicas y eléctricas. Los portadores catalizan los elementos del orden material (399,7).  Este sintagma nominal se repite una vez más en los escritos refiriéndose a los transformadores de la energía: “Pero únicamente tratan con las energías físicas y semimateriales, no actúan directamente en el ámbito de la vida ni tampoco cambian las formas de los seres vivos” (326,6). También se nos dice que “Estos niveles de vida eficiente [verdad, belleza, bondad] se originan mediante la unificación de los sistemas de la energía, de los sistemas de las ideas y los sistemas del espíritu” (43,4). Ver también referencias en  204,3; 374.4; 376,2; y 399,6. En esta última cita se habla de la “chispa vital” (el misterio de la vida), “que vivifica el cuerpo y augura la llegada de la mente”. De hecho el modelo “puede proyectarse como material, espiritual, mental o cualquier combinación de estas energías” (10,2). El ámbito de la vida parece estar caracterizado, pues, por las energías material, mental y espiritual. Es la chispa vital del espíritu la que vivifica la materia y trae consigo el advenimiento de la mente y del espíritu. 
[5] Como ilustración, algunos múltiplos del 3 son el 3, el 6 o el 12; del 7, el 7, el 14 o 21; del 12, el 12, 24 o el 36. En cuanto a las combinaciones, observamos, por ejemplo, que el resultado de la combinación de tres elementos es el 7, número que con tanta insistencia se repite en el libro de Urantia (Dios séptuplo, siete universos, siete espíritus mayores, etc.), y que es consecuencia de la combinación de las características divinas de las tres Personas, el Padre, el Hijo Eterno y del Espíritu Infinito (200,5). 
[6] O sea, si el sistema en base 10 caracteriza a la materia inerte, en los universos físicos, en el ámbito de la vida, a raíz de las trasformaciones que los portadores originan en esta materia sin vida, los sistemas pertinentes son en base 3, 7 y 12 y sus múltiplos y combinaciones. Vemos entonces que hay tres fuentes y centros y tres formas elementales de la vida junto con tres tipos diferenciados de planetas. En el ámbito de la vida transmisible, se habla también de doce conceptos originarios divinos y distintos; este número, con sus divisores y múltiplos, está presente en todos los modelos básicos de la vida de los siete universos globales. Son siete los tipos arquitecturales del diseño de la vida. Son doce los portadores de la herencia de los modelos de la vida de Orvontón. Los distintos órdenes de vida volitiva se configuran en siete grupos según los números  12, 24, 48, 96, 192, 384 y 768, múltiplos de 12, relativos a las unidades rectoras del modelo de la vida —o rasgos determinantes— como se deducen de la siguiente oración. La vida en Urantia tiene cuarenta y ocho de estos rasgos determinantes. En mi opinión, los términos “configuración reproductiva”, “portadores de la herencia” y “unidades rectoras” o “rasgos determinantes” son sinónimos.  

[7] Si observamos, a estas “planificaciones” primordiales y esencialmente diferentes se les denomina de “formas elementales de la vida”. My impresión es que estás tres formas elementales de la vida son modelos, basados en los sistemas de energía material, mental y espiritual. En el Prólogo leemos que  “las formas del ser personal o de la identidad son modelos resultantes de la energía (física, espiritual o mental)” (10,4). Ver también 403,7. Observamos que dichas formas primordiales están basadas en el orden, en el patrón o naturaleza de las tres Fuentes y Centros del Paraíso, que como sabemos rigen las manifestaciones de las energías material, mental y espiritual [ver, por ejemplo, 24,7-8; 47,3; 131,4]. Como se explica más adelante, los portadores diseñan los modelos de la vida una vez que han organizado los sistemas de energía (404,1). Tras esto, el Espíritu de Dios imparte, confiere u otorga “el aliento de la vida”, o “chispa de la vida”. Y como leemos más adelante, la vida, como tal, conlleva la animación de un sistema de energías —material, mental o espiritual—” configurado en un modelo o segregado de alguna manera” (404,4).
[8] Resulta complicado saber en qué tres tipos de planetas de Nebadón se segregan estas tres formas elementales de vida. El verbo “segregar” —usado en genética—, se usa más adelante, en un párrafo anteriormente mencionado (404,4), en el que se habla de que la vida,  conlleva la animación de un sistema de energías —material, mental o espiritual—” configurado en un modelo o segregado de alguna manera”. Creo que el adjetivo “segregado” no tiene por qué negar el hecho de una combinación y si tenemos en cuanta, el énfasis de los escritos en nuestro camino de ascensión, la idea de que se refiera  a mundos o entornos materiales, morontiales y espirituales, no resultaría demasiado rebatible. El ámbito de la vida existe dentro de estas diferentes fases de la existencia.
[9]  Mas adelante se explica que el concepto es inherente al Padre, expresión en el Hijo y realización de vida en el Espíritu(404,5). Esta idea está también relacionada con lo que leemos más adelante que "la vida fluye del Padre a través del Hijo y mediante el Espíritu” (404,5).

[10] Vemos que ahora el párrafo empieza a discurrir por cuestiones genéticas.
[11] En los escritos se nos habla de que el número doce, probablemente refiriéndose a lo que más adelante se llaman rasgos determinantes, entre otros sinónimos, de los distintos modelos o patrones básicos de  la vida de los universos globales; no obstante, parece, tal como también se indica con el adverbio “originariamente”, que dentro de cada universo global, los conceptos divinos se alteran y hay diferentes variaciones de este modelo de la vida. En el párrafo 661,3 se hace referencia, por ejemplo, al modelo de la vida de Satania (nuestro sistema) del tipo del de Nebadón (nuestro universo local). También se dice que “en cada sistema hay un modelo estándar y básico de vida vegetal y animal (560,7) y que  “los portadores de vida se enfrentan a menudo con la necesidad de modificar estos modelos básicos para adaptarlos a las condiciones físicas variables que encuentran en numerosos mundos del espacio” (560,7). Hay, por ejemplo, siete tipos físicos —atmosféricos (nosotros), elementales, gravitatorios, térmicos, eléctricos, energizadores y los innominados— al igual que miles y miles variantes menores de ellos (560,7-561,7). Cada uno de estos modelos de la vida varía en su respuesta a los asistentes de la mente (398,5).
[12] Se han relacionado estos siete tipos arquitecturales del diseño de la vida con los siete universos globales haciéndose la distinción entre “arquitectural”,  que conlleva la idea de hecho a propósito, con "evolutivo”. Y aunque esta distinción se pueda aplicar, creo, no obstante, por la estructura del párrafo, que estos siete tipos aluden a los siete grupos, múltiplos de 12, que se mencionan más adelante (12, 24, 48, 96, 192, 384 y 768). En realidad, la vida evolutiva no puede comenzar a menos que se hayan establecido estos diseños arquitecturales.       
[13] Se piensa que esas cuarenta y ocho unidades de control del modelo o rasgos determinantes de las células sexuales o reproductoras son lo que denominamos hoy en día cromosomas, que, según los escritos, sumarían 24 en el óvulo y 24 en cada espermatozoide. Sin embargo, de acuerdo con la ciencia actual, hay en realidad 23 cromosomas en cada célula —incluyendo un par de cromosomas XX para la mujer y XY para el hombre— y, cuando, se fecundan cada una de las células germinativas o gametos proporcionará la información respectiva. En realidad el ser humano tiene en total 46 cromosomas formado en 23 pares. Hasta 1956, un año antes de la publicación del libro de Urantia, cuya redacción tomo más de cuarenta años, se pensaba que el número de cromosomas era de 48 en cada célula humana. 
  Según estos datos, el libro parece contradecir la ciencia de hoy. Sin embargo, se cree, por un lado, que los reveladores no querían proporcionar información prematura o no ganada (1109,1) y, por otro, que, al mencionar los reveladores el término “cromosoma” en un siguiente escrito (857,2), puede que quisieran hacer una distinción entre unidades rectoras del modelo de la vida o rasgos determinantes y cromosomas. De todos modos, si está aseveración fuese errónea se vendrían abajo todo los conceptos genéticos fundamentales expresados en este párrafo: el número 46, rompería la secuencia doble antes indicada con importantes consecuencias para las enseñanzas científicas del libro.

Además, si se acepta generalmente que el cariotipo (o patrón cromosómico) del ser humano incluye solo 46 cromosomas, en los grandes monos el cariotipo es de 48 cromosomas por lo que se cree que el cromosoma 2 de los humanos se formó por una fusión de cromosomas hereditarios, reduciendo así el número de estos. Es curiosa esta coincidencia con los postulados de libro en referencia a los seres humanos.

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