No se olvida en los
consejos del universo a vuestro aislado mundo. Urantia no es un huérfano cósmico estigmatizado por el
pecado y apartado del vigilante cuidado divino por la rebelión. Desde Uversa
hasta Lugar de Salvación y continuando hasta Jerusem, e incluso en Havona y en
el Paraíso, todos saben que nosotros estamos aquí; y a vosotros los mortales
que ahora habitáis en Urantia se os aprecia con tanto cariño y se os custodia
con tanta fidelidad como si esta esfera nunca hubiese sido traicionada por el
príncipe planetario infiel, e incluso más. Es eternamente verdad: “El Padre
mismo os ama”[1].
(114:7.17)
Son bellas palabras.
No, no somos huérfanos cósmicos a pesar de todas las vicisitudes por las que
nuestro planeta ha pasado y sigue pasando, a pesar de que nuestra mejora
biológica no se llegó a dar del todo y nuestra sociedad y nuestra percepción
espiritual se resintieron como sus habitantes actuales sabemos bien.
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